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Por Julián  Rivas
Parece que sujetos indiscutiblemente cultos, como Enrique Krauze o Mario Vargas Llosa no investigan cuando se trata de defender la propiedad privada. Primero, que no investigan qué pasa en Venezuela. No ven la suma de elementos que integran una sociedad y sólo miran a las élites plutocráticas. El caso es que si Vargas Llosa investiga, puede sacar muy buen material para su próxima novela, en la oposición perrorabiosa.
Es todo un melodrama. Hace unos días vimos a una abogada histérica tratando de impedir las labores de los funcionarios que fueron a la casa del señor Zuloaga de Globovisión, a indagar si había carros acaparados. La abogada se portaba como en la canción, “con sangre de mis venas marcaré tu frente, mi propiedad privada”. Y negaba la libertad de expresión cuando quería impedir la presencia de las cámaras de Venezolana de Televisión. La tarea no se podía detener y ella debió limitarse a decir: “Señores por favor, respeten los blasones de la propiedad privada y los animales disecados pegados en la pared: tengan orden en su investigación”. Pero, no.
Los abogados, que son muy dados a defender la propiedad privada, no la hicieron muy bien en la defensa de la “propiedad” de Zuloaga, y eso es comprensible. Pero, que Vargas Llosa también monte el “show”, sin que se entere que el sector privado venezolano es campeón mundial de la especulación, probablemente es asunto de taquilla y chequera.
Una cita: “Imaginen un país donde nadie puede identificar quién es dueño de qué, las direcciones domiciliarias no pueden ser fácilmente verificadas, la gente no puede ser obligada a pagar sus deudas, los recursos no pueden ser cómodamente convertidos en dinero, la propiedad no puede ser dividida en participaciones, las descripciones de los activos no están estandarizadas y esos no son fáciles de comparar, y donde las reglas que rigen la propiedad varían de barrio en barrio, o incluso de calle en calle. Usted acaba de trasladarse a la vida de un país en vías de desarrollo o de uno que acaba de salir del comunismo”. Fin de la cita de “El misterio del capital”, obra de Hernando De Soto, economista y escritor peruano, uno de los chicharrones neoliberales ausentes a la cumbre de Cedice. El libro fue editado en Venezuela por Cedice, la fundación neoliberal que recibe subsidio de los gringos y que trajo a Vargas Llosa y su combo para que hable sobre libre empresa.
¿Acaso lo que dijo De Soto no puede aplicarse a los Estados Unidos de crisis neoliberal en este 2009? Pero, a los neoliberales perrorabiosos solamente se les ocurre venir a Venezuela, y reunir, como nunca lo había hecho la ultraderecha criolla, a los ex jefes de Fedecámaras, a Pompeyo Márquez, a los dirigentes del partido Podemos, Marcel Granier, la gente del Ateneo, y los dueños de Maizina Americana, gran producto nacional, gran producto nacional.
Pero, que siga el show. Más de una vez hemos advertido que en el sector privado hay tanto o más vicios que en el sector público. Esta es la esencia del problema. Aquí los dogmas sobre las leyes de propiedad son pura propaganda neoliberal. Para que Vargas llosa se explaye hablando pendejadas y las reproduzca la prensa perrorabiosa.
                       LOS MONOPOLIOS
Hay que poner coto a la injerencia perversa de los monopolios, que por lo demás han terminado por demostrar lo falaz que es hablar de libre competencia en los “mercados libres”. Por ejemplo, el Estado venezolano tiene que transitar un camino propio en la producción de vehículos. Y tiene que poner coto a los concesionarios. Que los fabricantes de vehículos vendan directamente si fuera necesario. Si hay que legislar, que se legisle. Lo que no se puede permitir es la especulación de concesionarios que actúan como aquellos que recibían patentes de corso de la reina de Inglaterra, para hacer los que les diera la gana. Piratería pues.
Democracia y libertad, totalitarismo, amenaza de dictadura, palabras, palabras, palabras, dice la canción. De paso, esta semana los medios perrorabiosos repiten las bolas del “Jerusalem Post”, según la cual Venezuela y Bolivia le entregan uranio a Irán. El asunto mueve a risa, y nos permitió recordar a un periodista que asegura que Teodoro Petkoff es el jefe del Mossad -la inteligencia israelí- en Venezuela. De ser así, es comprensible tal “informe”. Y como si el asunto fuera tema para una novela, el periodista, protestante por cierto, agrega que Teodoro es el gran rabino de Venezuela.
Hay que advertirle a Vargas Llosa: Será asunto de modas, pero quien ataque el gasto militar en Venezuela, falta a la verdad y se ubica en una posición antinacional. Los países vecinos gastan bastante y nosotros no sacamos la cuenta. Hasta Trinidad está comprando flotas navales a Gran Bretaña y Australia.
Pero, viéndolo bien, la oposición perrorabiosa es un buen producto para una versión novelada de Vargas Llosa. En esta esquina de gracia, puede ser el título.
LEER A VARGAS LLOSA
Mario Vargas Llosa es un excelente escritor. A sus años posiblemente ya tenga perdida sus mayores esperanzas, por ejemplo, de ganar el Nóbel de literatura o de escribir algo con mayor magia que Cien años de soledad.
Debo señalar que Vargas Llosa es medio copión. Empezó copiando a José María Arguedas, aunque luego pretendió destrozarlo con críticas injustas. También copió a Euclides Da Cunha, autor de “Los sertones”, que trata de la rebelión de los yagunzos en el nordeste de Brasil. Sin embargo, fue brillante la copia: La Guerra del Fin del Mundo es probablemente la mejor obra de Vargas Llosa. Un amigo que sabe demasiado de libros, vendedor en el Puente de la avenida Fuerzas Armadas, dice que le da dolor cuando los compradores no conocen el valor de esta novela.
Pero, “Conversación en la catedral” debe estar en el tope del relato político latinoamericano. Es un placer, leerla es como estar oyendo a los narradores, que para el caso es Vargas Llosa. Y si el ¿peruano? quiso ofender a la izquierda cuando escribió la Historia de Mayta, no lo logró del todo. Posiblemente por mala fe alude una condición de homosexual en Mayta, pero hay mucho de excelente ser humano en Mayta, mejor izquierdista que el choro del viejo Miquilena que Enrique Krauze pinta como gran señor en su último libro. Eso es absurdo, señor Krauze.
La Historia de Mayta debe ser leída por la militancia de izquierdas, sin prejuicios. Ahí hay indicios de búsqueda de la alianza cívico-militar. También es buena obra “Lituma en los andes”, o incluso “El Pez en el agua”, la inconclusa biografía de Vargas Llosa. Hay que leer con ojo clínico la obra de un sujeto extraño que pasó del izquierdismo al ultraderechismo. Lo recomendable es leerlo, sin prejuicios.
Recapitulemos sobre la Guerra del fin del mundo. Recuerdo a Felicio, El León de Natuba. Parece que Vargas Llosa tiene un trauma, como si no supiera si defiende a Dios o al Diablo. Hace pecador a Felicio y le confiere sabiduría. Su cuerpo es casi simiesco. Lo más próximo en Cedice es Emeterio Gómez, con su cara de cuartomundista. Que lo vea bien el escribidor. Emeterio habla de riquezas pero no explica por qué tiene a papá en un rancho. Odia la solidaridad. La oposición perrorabiosa es un buen circo para la próxima novela de Vargas Llosa. Definitivamente.