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Por Richard Casanova (*)

Las constantes agresiones y amenazas contra los medios, la cadena de arbitrariedades contra mandatarios de oposición, la promoción de una ley electoral para liquidar a las minorías y en general, esta salvaje arremetida autoritaria y militarista, tiene el claro objetivo de socavar la confianza en el voto, sacar a la oposición democrática de la ruta electoral, promover la abstención y evitar que el descontento pueda expresarse en los próximos comicios.  Por ello, la idea de una Tarjeta Única de las fuerzas democráticas es una propuesta oportuna y absolutamente pertinente.

La Tarjeta Única no supone la supresión de los partidos, sino que los articula en torno al objetivo trascendental de recuperar la institucionalidad democrática y sacar al país de la enorme crisis social y económica.  Las instituciones partidistas darían una muestra de su madurez política al enviar una clara señal de la voluntad colectiva en favor de la unidad. 

Sería invalorable que los partidos y sus dirigentes diéramos una demostración de desprendimiento, pues el liderazgo político es hoy percibido -muchas veces injustamente- como mas interesado en sus intereses partidistas.  Anteponer el interés nacional es indispensable, especialmente en momentos en que los legítimos intereses de cualquier sector del país lucen irrelevantes ante la amenaza totalitaria que se cierne sobre la democracia y la paz en Venezuela.

La Tarjeta Única es un paso fundamental para incrementar la eficacia política pues simplifica la campaña, resuelve problemas comunicacionales, unifica los mensajes, optimiza los recursos, reduce la dispersión, expresa una real voluntad unitaria preservando la diversidad y facilita el proceso al elector.

La Tarjeta Única debe ser una expresión integradora de la pluralidad del país, su signo debe ser la inclusión, la amplitud debe conducir a incorporar a todos los factores políticos y sociales en torno a una propuesta real de cambio, cuyo centro debe ser la lucha contra la pobreza y la defensa de los derechos, garantías y libertades consagradas en la Constitución Nacional.

La propuesta pudiera encontrar resistencia, algunos pueden tener aprehensiones o temores, pero es hora de dar un paso al frente en favor de la unidad de las fuerzas democráticas.  Los chilenos tardaron 17 años en darse cuenta que tenían que hacer eso para derrotar la dictadura militar del General Augusto Pinochet..!!  ¿Cuanto tardaremos nosotros en aprender de esa experiencia?

(*) Dirigente del MAS / Vicepresidente de la ANR del Colegio de Ingenieros de Venezuela.