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Por Richard Casanova (*)

Si Chávez actuara con sensatez en esta coyuntura, debería rectificar la medida de cierre de las 34 emisoras y por supuesto, de las demás que están en el paredón, incluyendo a Globovisión.  La medida ha encontrado un contundente rechazo en el país, incluso un 67% del “chavismo” se muestra contrario a la iniciativa, según la encuesta Mercanálisis.  Es decir que por esta vía, el gobierno está socavando su base de apoyo y deteriorando la imagen del “hiperlider”, la cual presenta evidentes signos de desgaste después de 10 años de pura muela, incompetencia y corrupción.

De concretarse definitivamente la medida de cierre, el Presidente perdería uno de los pocos argumentos que le ha permitido afirmar que “en Venezuela hay democracia”.  Cerrar medios es una práctica exclusiva de las dictaduras, Chávez pondría en evidencia su talante autoritario, así como el marcado rasgo militarista y totalitario de su gobierno.  Con el agravante de que al cerrar las estaciones de radio y TV independientes, la gente buscará un mecanismo para expresarse y para protestar por los problemas que le agobian, no quedándole más alternativa que la protesta callejera.   En otras palabras, el teniente coronel Chávez Frías esta sellando una válvula de escape y metiéndole presión a la olla, elevando –con seguridad- la conflictividad en el país.   Ya hoy son centenares las protestas a lo largo y ancho del territorio ¿Estará la situación como para lanzar gasolina al fuego?

Para remate, esta tropelía se percibe como un acto de cobardía de un gobierno prepotente, intolerante, que no tiene escrúpulos en usar todo el poder que ha acumulado contra quienes han expresado su legitima disidencia frente a esta “revolución armada”, inepta e inmensamente corrupta.  Si Chávez y su gobierno hubiesen solucionado –aunque sea parcialmente- los problemas fundamentales de los venezolanos, si esta seudo revolución no estuviera naufragando en un profundo mar de corrupción ¿tendrían necesidad de silenciar a los medios y amordazar al pueblo venezolano?

Así las cosas, este atropello contra la libertad de expresión y el derecho a la información que constitucionalmente nos asiste, más que una muestra de fortaleza del líder, es la patética evidencia de debilidad de un gobierno fracasado, con enormes carencias, que ha perdido su capacidad para entusiasmar multitudes y se ha visto obligado a recurrir a la violencia.  El Teniente Coronel, envestido hoy como Comandante del “terrorismo mediático”, pudiera estar al borde del tobogán y tal vez resulte inútil el imponente “latifundio mediático” gubernamental que -hasta ahora- ha servido de sostén a su popularidad.

(*) Dirigente del MAS / Vicepresidente ANR del Colegio de Ingenieros de Venezuela.