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El gobierno del presidente Hugo Chávez tuvo una semana de espanto. La huelga de hambre estudiantil universitaria le torció el rabo, hasta el punto de obligarlo a reconocer derechos que hasta hace apenas unos días habían dejado de existir. Chávez enmudeció en Margarita, cuando encabezaba la II Cumbre América del Sur-África: sobre los estudiantes no dijo ni ha dicho nada nadita, ni siquiera se atrevió a mofarse o a insultarlos, como es su estilo. Funcionario de muy baja autoestima lo intentaron, le hicieron el trabajo sucio, pero no pudieron, desde Roy Chaderton Matos, desde la embajada de Venezuela ante la OEA, hasta Cilia Flores, con sus conocidos desplantes desde la presidencia de la Asamblea Nacional.
La Fiscalía y el Poder Judicial tuvieron que soltar a Julio César Rivas, estudiante carabobeño injustamente enviado a la cárcel por fiscales y una jueza venales. Así trataron de calmar los ánimos y bajar la presión de opinión pública nacional e internacional. La huelga de hambre mantuvo al gobierno desconcertado, sin saber qué hacer. La liberación de Rivas fue la segunda señal de triunfo estudiantil. La primera había sido el tremendo impacto político de la huelga del grupo inicial el jueves 24 de septiembre, que rápidamente se incrementó en número de participantes y geográficamente: 154 estudiantes en las más importantes ciudadaes de Veenzuela, plantaron su ayuno acompañados del cariño de la gente del pueblo y de los mismos úniversitarios.
Sin que Chávez abrierar su boca -él, tan dado a parlotear-, los estudiantes fueron ganando posiciones por la fuerza, la inteligencia y la decisión de lucha que caracterizaron al movimiento. Acusó el golpe.
La marcha del sábado 03 de octubre, existosa, fue otra muestra de la "democratización" del gobierno, que no tuvo otro remedio que permitirla y respetarla, aunque -como siempre- alteró la ruta impidiendo que llegara hasta el ministerio de Relaciones exteriores. Tanto civismo gubernamental extraña: ¡recibieron el documento de los estudiantes! Esto, que es super normal en cualquier país civilizado, es una rareza en la práctica chavista: los aporreadores ("tonton macoutes", a la venezolana) no salieron con sus motos, palos, insultos y armas bajo protección militar y policial. Es decir, el movimiento estudiantil civilizó al gobierno, lo enseñó a respetar al pueblo que protesta y, al menos, a recibir un documento críticon y exigente, en reclamo de una visita oficial de la Comisión interamericana de Derechos Humanos (CIDH)a Venezuela.
Lo ridículo de Chávez y sus adulantes es que la CIDH estuvo en Honduras hace unas semanas, investigando violaciones a los Derechos Humanos, con el visto bueno de los embajadores venezolanos; pero, a Venezuela no puede entrar, como le enseñó su "papá" Fidel. ¡No es más que el colmo de la ridiculez! Contra eso marcharon los estudiantes, y la huelga de hambre fue esencialmente un gesto político democrático de lucha. Triunfaron los jóvenes, acompañados por la mayoría del pueblo venezolano.
De ahiora en adelante, ni el gobierno ni la fiscalía podrán echar mano impunemente de los tribunales para zampar en los calabozos a jóvenes inocentes, por el solo hecho de pensar distinto y protestar las injusticias.
E. D. E.
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FOTO: Cortesía www.globovisión.com
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