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Por Walod Munizaga

Si bien en la Viña del Señor resulta innegable e irremediable la presencia de cada singular sujeto, desde un tiempo al corriente lamentablemente la televisión y la radio en Venezuela han venido reclutando unos sujetos que nada teniendo que envidiarle a los primeros, vienen degenerando nuestra de por si degenerada forma de ejercer y servirse de nuestro espectro radioeléctrico.

A pesar de las décadas que nos han tenido acostumbrados la televisión y la radio privadas, a llenarnos el tiempo libre y el entretenimiento con programas basura, donde por demás el sexo tratado de modo irresponsable y obsceno ha sido la principal forma como nuestra juventud a tomado ideas de cómo comenzar sus relaciones, ahora, como si fuera poco, bajo una inédita modalidad, con la política se pretende reimpulsar y cocinar tales peligrosas manipulaciones.

Bajo la mampara de programas de opinión y de información ciertos conductores o productores, representando obviamente a cada una de las dos tendencias que capitalizan la gravedad política en el país, con idéntico morboso placer, no reparan esfuerzos en hacer apología y pedestal de la confrontación iracunda e irreflexiva, un amarillismo pendenciero al más patético estilo de “Laura en América”, buscando embelesar y convencer desde sus encrespados apetitos “come candela” sus respectivos y flamantes compromisos “ideológicos”.

Resulta abominable cómo a partir de la forma más vernácula y estridente, una trifulca callejera adquiere espectacularidad y público, con lo que estos conductores buscan mantener sus audiencias. Considerando sus espacios unos verdaderos circos romanos que a través del chisme, la calumnia y la manipulación pretenden como si fuera sangre atizar el delirio y las pasiones políticas de una audiencia de por si sobresaturada y enfermizamente radicalizada.

Estos sujetos, que en la mayoría de los casos buscando audiencia, pretenden por añadidura encontrar puestos políticos o garantizar la quincena de sus onerosos mecenas (o ambos) premeditada e irresponsablemente alimentando y procurando la extrema, explosiva y peligrosa polaridad entre los respectivos bandos. De ahí que la actitud de la “comandanta” Marta y del “comandante” Mario (entre otros) en el fondo sean tan idénticos y complementarios en el ejercicio y manejo del llamativo y viperino músculo que adoba su particular forma de reflejar su supuesta propuesta política y de país, mediante la intolerancia y la extrema negación y liquidación del Otro, es decir Pensamiento Único del más rancio.

La locura y sus consecuencias hasta el momento son tales, que mientras algunos de sus más devotos ya permanecen presos o detenidos otros vienen anidando toda una silente patología que bien podría desencadenar en los extremismos de nuevos Gouveia.

El confundido y amargado oficio que vienen practicando algunos periodistas “de calle” (o más bien de Ring de Boxeo), sobre todo últimamente, visto en los que se inclinan por la Oposición, comienza a rallar en algo que solo ofendiendo podría describírselos. Eso de convertirse en lo que tanto dicen reprochar (vándalos) debería de comenzar a ser tomado en consideración por el Colegio Nacional de Periodistas, y optar crear, como lo disponen los cuerpos de seguridad e inclusive los psiquiatras, un Centro de Asesoría y Control de la Emotividad y la Ansiedad.

A no ser que el Periodismo que ellos propugnan y certifican, sea el que precisamente busca la definitiva confrontación violenta entre todos los venezolanos.

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